sábado, 2 de diciembre de 2017

EL ENEMIGO INTERNO DE LA PATRIA





A PROPÓSITO de los SENADORES y DIPUTADOS que VOTAN LEYES que VAN en DIRECCIÓN CONTRARIA a los INTERESES del PUEBLO ARGENTINO...





 “el antídoto que puede salvarnos de la aniquilación en el oprobio, no es otro que el patriotismo, frente a los peligros del imperialismo económico, que anda por el mundo encharcado en sangre como un lobo hambriento. Por eso, porque el patriotismo es la única barrera, se intenta debilitar el patriotismo del pueblo argentino mediante una política cínica y desvergonzada”.



Los "perduellis", hoy como ayer

En el año 1942, el periodista José Luis Torres (que había acuñado la expresión "la década infame" para descalificar al aciago período que se inició con la sedición del 6 de septiembre de 1930) se presentó ante el juez de instrucción Ramón F. Vázquez, con un escrito de querella contra la sucesión de los cónyuges Otto Sebastián Bemberg y Josefina Elortondo de Bemberg por defraudación al Consejo Nacional de Educación en el impuesto hereditario.

En su escrito, José Luis Torres hacía renuncia a lo que le pudiera corresponder como participación por la denuncia de evasión de dicho impuesto por parte de los herederos de los Bemberg. De igual manera, renunciaban a sus honorarios los abogados patrocinantes Gilberto A. Zavala, Colón Quiroga y Juan Jacobo Zavala.

Por su actualidad, merece recordarse lo expresado en el Capítulo Primero de esa querella bajo el acápite "El enemigo interno de la Patria en el antiguo derecho romano": En la antigua Roma, se llamaba "perduellis" al enemigo interno de la Patria, y "hostis" al enemigo exterior. El crimen de "perduellio" (contra la Patria) y el de peculado (apoderamiento ilegítimo de cosas del Estado) eran castigados con la pena de muerte.

Como principio general, la muerte liberaba de la pena y de la acción penal al delincuente; pero, como dice Mommsen, "en lo tocante a los delitos públicos de la época antigua, o sea, los que iban inmediatamente dirigidos contra el Estado, la regla dicha no valía; la maldición obraba más allá de la tumba y aún después de la muerte podían aplicarse las penas de privación de sepultura, de remoción de la tumba y, sobre todo, "de execración de la memoria del difunto" (ver Derecho Penal Romano, tomo I, página 74).

Y cuando después, en el correr de los años, sobrevenían épocas nefastas de peculados y de crímenes, las generaciones coetáneas volvían sus ojos hacia atrás para admirar e inspirarse en aquella inmensa civilización latina, cuya excelsitud moral fue capaz de maldecir, de negar sepultura y de execrar la memoria de esos difuntos cuyas vidas depravadas se dedicaron a comprar conciencias, envileciendo a gobernantes y a gobernados.

El juez Vázquez dio traslado de la querella al fiscal Leopoldo E. Silva, para que éste se pronunciara sobre la personalidad pretendida por Torres. El fiscal, de acuerdo con el prejuzgamiento del juez, se expidió negándole a Torres el carácter de particular ofendido o damnificado. Basándose en el dictamen del fiscal, el juez resolvió "no hacer lugar al rol del querellante pretendido en esta causapor José Luis Torres".

La querella en contra de Bemberg, destinada a recuperar para el Estado cifras millonarias indispensables para el fomento de la instrucción primaria, con absoluto desinterés de parte del denunciante, introducía, según la vista del fiscal, "un verdadero desorden jurídico". El orden jurídico consistía, pues, en mantener por siempre la impunidad de los delitos denunciados (José Luis Torres. Los perduellis, los enemigos internos de la patria).

Hoy, igual que ayer, nuestra clase política y empresaria dirigente no se ha inspirado precisamente
en esa paradigmática civilización latina: Maquiavelo y Stavisky han sido los modelos de los
"perduellis" de antes y de ahora, como anatematizara Discépolo en Cambalache.



Carlos A. Manus
Mayo 2001







Enrique Santos Discépolo compuso "Cambalache" en 1934, se estrenó en el Teatro Maipo, a fines de 1934, y a pedido de Discepolín, lo cantó por primera vez Sofía "La Negra" Bozán. También, fue uno de los tangos que Discépolo compuso para la película El alma del bandoneón, algunos de ellos en colaboración con Luis César Amadori, pero Cambalache es de su exclusiva autoría. En el filme, estrenada al año siguiente, lo interpretó Ernesto Famá con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Lomuto.​





Decía Enrique Santos Discepolo... "Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao... Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón..."


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